17/12/09

De plomo y estaño. Un día en el taller.

Las manos en la masa. He de decir que de comensal se está muy bien pero el cocinero... Lo guisa todo y se come lo que puede y aún así sale ganando. Digo todo esto porque el proceso importa, de hecho es lo que importa. El resultado final, "ese toque" del que en muchas ocasiones se habla coloquialmente, que tienen las cosas, no viene dado sino es por una mano en concreto, es decir, el control de tus propias cacharradas desde que nacen hasta que mueren en la pasarela o en una esquina del taller, es necesario para que ese "algo" tenga algún tipo de identidad, "tú" identidad. Habrá para quién esto no pese nada y lo que importe sea un trabajo bien hecho sin más. Esa gente no sabe lo que es la esencia y ellos se la pierden. Saber a qué huele el plomo, o cómo se siente la escayola fraguar en tus manos o  tocar la grasilla que el gelflex suelta como si se tratara de una plastilina. Saber cómo huele el plomo y morir intoxicado. El caso es que hoy ha sido un día de taller y me gustan estos días. De repente el mundo es eso. Puede que sea así porque no paso mucho tiempo allí, no creo que el maestro de taller lo viva de igual modo. Ahí sigo con mi cerebro a vueltas y mis jeringuilas. Las jeringuillas tendrán que esperar al 14 de enero. Tengo el molde medio hecho pero eso va para la máquina de microfusión que depende del permiso de un profesor con el que no cuento hasta dicha fecha. Así que las jeringas-joya tendrán que esperar.


Dejando a punto el molde para las jeringuillas


Así salió el cerebro del molde con cera perdida. Sí, de estaño y plomo, pesaba lo suyo. Se procedió a la mutilación del tallo, cosa que me costó decidirme ya que simulaba una perfecta columna vertebral y ese tronco robusto de... 60 anillos por lo menos, árbol viejo.



Aquí todavía en bruto, sin pulir y sin dorar.


Partió de unos sesos de ternero y pasa que no tienen casi entradas y al positivo en escayola tuve que forzar y tallarle los surcos para que no se perdieran luego al sacar una colada en metal. Quedó algo más grueso de lo esperado pero no había demasiado tiempo. En todo caso 100 gramos arriba o abajo no va aliviarle nada a la maniquí en cuestión.

Necesitaba un día como hoy. Eso de sentir la paciencia de preparar un molde tan preciso lo hechaba de menos. Toda la mañana como una marquesa.

1 comentario:

  1. que ganas de ver las jeringuillas. bueno, todo en general, que ganas de verlo todo.

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