13/12/09

El arte de la semejanza

Habrá a quién Caixanova en Pontevedra le espante. En particular, siempre me han gustado los techos altos. Se está convirtiendo en una extraña costumbre acordarme de visitarla el último día de la exposición, ya van dos y sin premeditación.

Hubo un tiempo en que desprecié el hiperrealismo pintografiado y no entendía su vigencia en momentos donde ya no aportaba nada, al menos a gente como yo. Hoy por hoy es diferente y yo he cambiado pero también las cosas. Es más que entrañable que alguien dedique dioptrías y paciencia a calcar hasta las máximas consecuencias una instantánea. Mérito tendría caballete en mano e in situ darle la misma vida. Pero hace más de un siglo que los artistas son animales de sillón y cuestionar por qué dar vigencia y cabida al virtuosismo técnico de unos pocos no procede.

De la muestra El arte de la semejanza sólo tengo un par de pegas. Una es la obra de Rebeca Menéndez que no pintaba nada en el sentido literal de la palabra. Puede que se me escapara algo, pero no sólo rompía la atmósfera de la sala en la que estaba sino que estaba mal ejecutada: el fieltro de los vestidos de las niñas estaba mal colocado y las líneas negras del dibujo mal pintadas y por fuera. Me resultó muy extraño encontrar un ejercicio de la carrera expuesto ya no en ese edificio porque no siempre aciertan, sino entre obras con cierto peso e identidad y técnicamente ejecutadas con maestría (que a fin de cuentas era un poco lo que unía a todas).



Esta no era la pieza en particular pero gráficamente viene siendo la misma historia en vez de sobre lienzo sobre la pared. Una y otra vez el mismo elemento gráfico que cambia de historia pero con un cuento aburrido y facilón. Esos viajes a la infancia que siguen después de acabar la carrera miedo dan. Muchos sabrán el por qué de estos palabros.

La otra pega era la pieza de Rómulo Celdrán, la única escultura de la muestra. La pega no es que todo fuera pintura y de repente pedrusco,  vale que era de una pieza y que compartía el virtuosismo técnico con las demás, pero eso era lo único que la vinculaba y no me pareció suficiente en una muestra que básicamente reunía retratos.


Hold I de Rómulo Celdrán.


 
 
Me costó un rato constatar si era a mí a quién miraba. Me acerqué para tocarle la espuma y me pareció que acababa de echársela. Busqué el píxel e inmediatamente la cartela y el píxel otra vez. Parece que es la primera vez que veo algo de esta índole. He de decir que una de mis obras favoritas, de pocas puedo decirlo porque es complicado sentirlas a fondo, es un retrato de Gerard Richter que vi en la Documenta XII de Kassel hace unos años y nunca hubiera apostado por ella, ja, yo escultora. Está claro que no es comparable porque aquel retrato Betty de 30 x 40 ha sido la obra que más impacto me ha causado en mi corta vida de espectadora.Ni decir tiene que la pintura tiene que estar en el ambiente, compartiendo oxígeno contigo, en papel sólo es documentación.


Betty de Gerard Richter




3 comentarios:

  1. ay!!!!!!!!!! Silvia que grande eres!!!!!!!!!!1

    La bruja piruja.

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  2. hola silvia, soy rebeca, la autora que pones a parir en este, tu blog.
    No te gusta mi trabajo? pues me parece bien, pero obviamente muestra tu desconocimiento sobre lo que supone una colectiva y te explico -por si te interesa y para no aportar reflexiones fundadas en la ignorancia-,cuando participas en una exposición colectiva fuera de tu región no eres tu quien instala tu trabajo, sino que hay un responsable de montaje que por lo visto no siguió los pasos tal y como yo le detallé para que las piezas quedasen perfectas y evitar como tu muy mal explicas "...el fieltro de los vestidos de las niñas estaba mal colocado y las líneas negras del dibujo mal pintadas y por fuera..." y es que no es un dibujo ni está pintado, las figuras de las niñas son vililos, estas niñas están en ropa interior y se las viste con un vestido serigrafiado en fieltro. Me molesta que la pieza no estuviera bien montada, porque -ahí te doy la razón- devalua la imagen.
    Otra cosa es que el proyecto te parezca facilón, repetitivo y aburrido, ahí interfieren los gustos personales y en este caso eso no me preocupa en absoluto. Solamente contarte (no por con convencerte o venderte nada, sino para darte un dato que tal vez no apreciaste), y es que esa única niña va creciendo -ya llevo 5 años trabajando con ella, en la actualidad tiene 10 - , sus historias se van haciendo más complejas, maduradas por las vivencias; y llegará a la adolescencia, y a la juventud...
    En lo que discrepo y casi me ofende es en el punto en que dices:"...Esos viajes a la infancia que siguen después de acabar la carrera miedo dan...", y es que hay excelentes artistas que después de su formación académica han trabajan con el tema de la infancia, artistas a los que jamás llegarás a la punta de sus zapatos con el mejor diseño de tu vida, como Loreta Lux, Balthus, Jorge Pineda...Tu discurso sobre el tema de la infancia suena a puro prejuicio:definición= elaboración de un juicio sin antes tener ninguna experiencia directa o real.
    Focaliza toda esa mala hostia hacia tus proyectos, espero que no se te valla toda la fuerza por la boca y tengas una gran carrera como profesional de la moda.

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  3. Hola Rebeca, hasta cierto punto puedo entender que te hayan molestado mis críticas, a la mayoría de los artistas le molesta que no les adulen, eso habla de lo "decapitado" de su ego. Decirte que soy una espectadora más y que a las colectivas la mayoría vamos sin "sobreinformarnos" y es la primera impresión, la que al fin y al cabo cuenta, la que nos llevamos. Tú me estás juzgando sin haber jamás visto nada de mi posible obra. Una obra de arte se abre al mundo para soportalo todo incluso el ego de sus autores. Siento que mi opinión de haya ofendido o molestado pero fui mi percepción.

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